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lunes, 7 de noviembre de 2011

El dilema de las dietas


El dilema de las dietas


Es por eso que una vez que una persona se vuelve obesa, defiende a ese estado como un nuevo equilibrio.


Perder peso (y mantenerlo) entonces es difícil. La única estrategia posible para mantener peso luego de haber bajado es “engañar” al cerebro sin atentar contra su particular equilibrio.


Las dietas de muy bajas calorías (menos de 800 cal/d), actualmente cuestionadas, sólo pueden utilizarse bajo estricto monitoreo médico. El uso de estas dietas extremas tiene como objetivo la pérdida rápida de peso en corto tiempo. Están indicadas exclusivamente para personas obesas (IMC >30kg/m2). Si bien algunas de estas dietas producen en el corto plazo una pérdida de peso importante, no se mantiene en el tiempo y la reganancia de peso posterior es con mayor aumento de masa grasa.


Además, pueden generar osteoporosis, cálculos en la vesícula, pérdida de músculo, trastornos alimentarios y arritmias cardiacas Por eso, dado los riesgos que involucra su uso, sólo podrían ser utilizadas durante 12 -16 semanas continuas, bajo estricto monitoreo médico y suplementación de vitamínas y minerales.


La mayoría de las entidades científicas del mundo se han pronunciado contra su utilización salvo en casos especiales como en la preparación para la cirugía de la obesidad.


Si son riesgosas y el peso perdido se recupera, porque se difunden tanto estas dietas? Para mucha gente, la obesidad es una cuestión estética, no la toman realmente como una enfermedad.


Entonces, con el objetivo de adelgazar se someten a cualquier “dieta de moda” que prometa éxito asegurado y resultados rápidos, sobre todo si la promociona algún famoso (en este caso Susana Gimenez entre otras)


Otro aspecto fundamental es que una dieta que indique “privarse” de un determinado grupo de alimentos, ya sean harinas o lácteos es peligrosa para la salud. Por esto, como profesionales expertos en el área, debemos alertar a la población que la creciente difusión de “dietas” en distintos medios de comunicación, lejos de solucionar la epidemia de obesidad pueden confundir y así alejar al paciente con sobrepeso u obesidad del abordaje adecuado de este problema.


Es importante saber que con prohibiciones, lo único que generamos son conductas de “liberación” posterior. En este sentido, lo que recomiendan las Sociedades Científicas, especialmente la Sociedad Argentina de Nutrición, es que las personas aprendan a comer sabiendo que podemos elegir comer rico y en porciones saludables, pero sin que la justificación para esa acción sea que “no puedo” sino pensando: “no es mi última cena y por lo tanto no tengo que matarme sino alimentarme para estar sano y tener un cuerpo cómodo”. Debemos mentalizarnos en que el objetivo de un plan de alimentación es lograr bajar de peso y mantenerse sin pasar hambre porque, ¿quién quiere pasar hambre siempre?


Llegó el momento de volver al sentido común. Tanto los medios como algunos profesionales, lamentablemente, contribuyen a instalar una idea negativa sobre las dietas, que está muy ligada a la prohibición, la abstinencia y el hambre, con dietas que no sólo son peligrosas, sino que además conducen principalmente a la frustración y a la reganancia de peso.


Las claves de un plan saludable/


En primer lugar hay que tener en claro que para perder peso hay que cambiar la relación con la comida, pero también con la actividad física. La pérdida de peso debe ser el resultado de cambiar, no el objetivo.


Por otro lado, debemos sacar al alimento de ese lugar de ilícito en el cual lo pusieron. El alimento no debe prohibirse, sino equilibrarse y combinarse con otros elementos como la actividad física. Hay que reubicarlo en el casillero de la nutrición y el placer. Evitando la prohibición, disminuyen las ganas incontrolables de comer algo, comúnmente asociadas al hecho de “no poder”.


Y otro aspecto muy común es privarse o medirse con la comida durante un tiempo o con un objetivo específico como puede ser una fiesta, para luego caer en el descontrol. Cuando me cuido hasta que tengo una salida o ya me entró la ropa que me quería poner, después -casi indefectiblemente- vendrá el atracón. Y así, al ver que la metodología dio resultado, caemos en un círculo vicioso de abstinencia y excesos que nos lleva al modelo de dieta extrema que estamos tratando de erradicar.


Recomendaciones de la Sociedad Argentina de Nutrición:


Se recomienda que las personas con sobrepeso / obesidad consulten a un profesional idóneo, matriculado, entrenado y actualizado para realizar un plan de alimentación personalizado, balanceado, placentero, seguro, sostenible en el largo plazo y con actividad física habitual.
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No deben ser muy restrictivas (mínimo 1200 Kcal. /día) salvo que lo indique un médico especializado por tiempos breves, y debe contener todos los nutrientes en proporciones adecuadas. Un Plan Alimentario saludable para la pérdida de peso implica limitar el exceso de calorías de cualquier fuente, la práctica habitual de actividad física, 4 ingestas diarias en horarios flexibles, reemplazo de las grasas “malas” (saturadas y trans) por grasas saludables, cortes magros de carnes variadas y lácteos descremados, consumo variado de frutas y vegetales diariamente, cereales enteros altos en fibras, limitar el consumo de azúcar agregada, de sodio y de alcohol.
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Un programa saludable para el tratamiento del sobrepeso/obesidad requiere un compromiso a largo plazo con conductas saludables relacionadas con un plan de alimentación personalizado, balanceado, placentero, seguro, sostenible en el largo plazo y con actividad física habitual. Sus objetivos van más allá de los números de la balanza: prevenir la ganancia de peso, mejorar la salud física y/o mejorar las enfermedades relacionadas (diabetes, enfermedad cardiovascular y cáncer), y mejorar la salud emocional y psicológica.

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